sábado, 23 de enero de 2010

Ni dormido

primero corría. era por el pedazo de campo que hay atrás del galpón, donde hace muchos años maté a una paloma sin querer (me acuerdo que simplemente disparé al nido para ver si había algo, no imaginaba que iba a funcionar). la cuestión es que corría, y alguien me seguía. iba entre árboles y esquivando pocitos. crucé el alambrado que llevaba a un claro entre los árboles, cerca de los corrales (ahora, no sé cuanto de eso es sueño y cuánto realidad porque no recuerdo bien esa parte del campo). ahí vi que la persona que me seguía era dani. para ese entonces ya había llegado a ese claro, donde todo el pasto estaba amarillo y había cardos por ahí y un poco más allá. dani me dio la mano, pero yo no sabía qué iba a hacer. sin decir nada, pegó un salto (de esos saltos que solo se pueden pegar en los sueños) y me arrastró con ella. después nada más esperé volver a caer al suelo, pero mis pies no lo sentían. de hecho, no sentía nada, pero veía como me iba alejando de a poco de la tierra. seguía aferrado a la mano de dani, pero no la podía ver. nada más veía toda la extensión del campo de mis abuelos, que se movía bajo mis pies. juraría que en un momento me vi, con muchos años menos, corriendo por el mismo camino que había atravesado hacía unos minutos. corría con andrés (qué será de su vida?), y le mostraba cómo atravesar el alambrado para llegar al mismo claro al que había ido antes. le tenía miedo a los pozos donde se escondían los peludos, pensábamos (con esa ingenuidad de los 9 años) que podía salir cualquier cosa de ahí. imaginábamos un puercoespín saliendo de ese pozo, clavándonos las púas por habernos acercado demasiado. una voz (muy parecida a la del narrador de Animal Planet) nos explicaba que las púas eran complicadas de sacar una vez que atravesaban la piel. no nos acercamos a los pozos.

mientras tanto seguía volando. el agarre de la mano de dani cambió. no se sentía la mano delicada entre mis dedos, ni tampoco me tomaba la mano como quien guía a alguien cuando cruza la calle. la mano que tenía entre mis dedos era suave, los dedos eran más largos y anchos, y, al darse cuenta mi cerebro del cambio de sensación, esa mano abandonó el agarre protector y entrelazó sus dedos con los míos (de esa manera que sólo un amante tiene de agarrar una mano). el campo seguía volando bajo mis pies, y estaba demasiado alto. sentí miedo, cómo me iba a bajar de ese vuelo que parecía no parar? la tierra estaba a kilómetros, a años luz de mí, y presentía que se acercaba el momento de un descenso nada angelical. el miedo aumentó, pero la mano que me sostenía se dio cuenta (de nuevo) de ese cambio en mí. no me soltó, pero la persona a quien pertenecía cambió de posición y, aunque no podía ver como lo hacía, me abrazó por detrás, protegiéndome. en ese momento la tierra empezó a acercarse hacia nosotros. primero lentamente, después más rápido. no quería chocar, no quería morir, y la persona que me sostenía parecía entenderlo porque me abrazó más fuerte. debajo nuestro se extendía otra zona arbolada, con un claro similar a aquél de donde había despegado, tal vez un poco más verde, con algunas flores que asomaban entre los yuyos. la velocidad a la que caíamos ahora era vertiginosa y no podía mirar el suelo. Nos vamos a matar. Las palabras no salieron de mi boca, pero fue como si las pronunciara en voz alta, porque escuché que otra voz me contestaba. una voz que sonaba con claridad aunque el viento de la caída debería haber opacado cualquier sonido. Vas a ver que no. y no tenía ni que preguntar de quién era la voz, porque era la que hubiese reconocido entre mil. entonces fue una urgencia el querer verlo. por qué me abrazaba? no era correcto, no podía hacerlo. pero era él, con esos ojos pequeños, y el pelo corto y alborotado, y los labios gruesos y curvados en una sonrisa tímida. cerré los ojos, en parte por el miedo a la inminente caída, aunque tampoco sentía que verlo de tan cerca, abrazándome, me haría bien. ya faltaban segundos para el impacto.

5. veía un borrón violáceo porque mi cabeza no sabía donde enfocar la mirada. 4. me aferré aun más al brazo que me cercaba. 3. olí en el aire el dolor que me iba a causar el choque. 2. cerré los ojos con mucha fuerza, esperando sentir mis huesos astillándose y la vida abandonando mi cuerpo (acaso se siente eso?). 1. mi estómago se retorció porque había llegado el fin, volar no era el sueño que siempre había querido que fuera.

con la delicadeza de una pluma caímos en el pasto. abrí los ojos, porque algo no estaba bien. tendría que estar muerto, mis miembros tenían que estar desparramados por el suelo del campo. ¿Viste?. giré para mirarlo de nuevo, para decirle que sí, que me había equivocado, que algo había pasado pero que estaba bien, y que estaba agradecido por cómo me había ayudado. pero no. no había nadie conmigo, estaba yo sólo en el claro donde aterricé. de algo estaba seguro, fue demasiado real como para haberlo imaginado. tal vez si...

sin pensarlo demasiado corrí (me ubicaba un poco donde estaba) hacia los corrales de nuevo. tenía que volar otra vez, tenía que volver a verlo. ya no sentía miedo, sentía emoción, y mi corazón parecía querer atravesar mi pecho. sin embargo, camino a los corrales, pasé por el gallinero, donde había gente reunida alrededor de una barra. dani estaba ahí, y también había un chico que no conocía, pero que aseguraba conocerme y que me llamaba todo el tiempo 'mi amor' y 'mi vida'. quién era? y por qué dani estaba en una silla de ruedas? eso significaba que no podría hacerme volar de nuevo? abrí la boca para protestar, pero la música era alta y no se me escuchaba. por señas les indiqué que quería ir a los corrales, y atravesamos corriendo (el chico ese me tomaba de la mano con cariño) la zona de árboles y pozos de peludos. pero cuando salimos de entre los árboles el claro ya no estaba. de hecho, ya no estábamos en el campo, y nadie sostenía mi mano, ni dani estaba al lado mío. estaba en una carnicería, pero no me sentí confundido, como si supiera que iba a terminar ahí. el carnicero me preparaba lo que le había pedido (qué le había pedido?). me dijo que si contestaba correctamente unas preguntas me iba a dar un regalo. preguntas sobre partes del asado. no recuerdo bien cuáles fueron, pero sí recuerdo que una voz me susurraba al oído las respuestas correctas. Vacío respondí la primera vez, y el carnicero se puso contento. luego contesté Molleja y me aplaudió con entusiasmo. la tercera vez, la voz en mi oído se adelantó, como si hubiese jugado ese juego muchas veces, y contesté sin pensarlo Chinchulín. el carnicero dijo que había acertado todas, que me iba a regalar un pedazo de carne, y señaló el microondas que tenía al lado. adentro se veía una especie de cabeza de animal girando. una cabeza deformada, sangrante y de aspecto atemorizante. sin embargo, cuando el microondas se detuvo con un ligero ting, el carnicero sacó de su interior un gran plato de fideos verdes a la bolognesa. se me hacía agua la boca de sólo verlo, y me lo dio. vio mi cara de hambre y me dijo que si quería me podía llevar más para mi casa. me dio otro plato igual. muy feliz salí de la carnicería, sólo para encontrarme en el living de mis padres, donde una chica que no conocía comía comida china sentada en el sillón frente a la tele. nervioso, pasé frente a ella y me dirigí hacia una puerta que sabía (no sé cómo) que me iba a llevar a mi habitación. entonces me di cuenta de que con un plato en cada mano no iba a poder abrirla, asi que decidí apoyar uno en una mesita. mi vista se clavó en los platos que llevaba y vi, con desilusión, que estaban vacíos. qué había pasado? la chica que tenía detrás de mi carraspeó, y cuando giré vi que el piso estaba lleno de fideos. suspirando, me agaché para juntarlos mientras ella me miraba desde el sillón. se levantó para ayudarme así terminaba más rapido (era una asombrosa e infinita cantidad de fideos). los juntamos con las manos, hasta llenar los platos de nuevo. y la salsa dónde estaba? la chica señaló al sillón, respondiendo la pregunta que no había hecho. en el sillón no había nada, pero se escurría algo por debajo del almohadón. lo levanté y vi que debajo estaba todo inundado en salsa bolognesa. ahí no recuerdo bien que pasó. sé que le dije algo a la chica acerca del chow fan. ella no sé qué respondió, pero recuerdo que los platos de fideos ya no estaban y que me encontraba en una habitación (mía?) con el almohadón del sillón entre las manos. mordisqueaba el borde, como intentando roer la superficie. entonces, le di un tremendo mordisco a la tela y se rasgó. el almohadón estaba rellendo de fideos verdes a la bolognesa. era mejor que nada. me quede ahí, ensimismado en mis pensamientos comiendo mi almohadón a la bolognesa sin nadie que me molestara.


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hooray. se me dio por publicar, aunque sea desde la fea máquina antimsn de un ciber. relato del sueño que tuve hace un rato (la resaca causa cosas feas). chau, quiero bailar aún más que anoche! del corazón no voy a hablar. nunca vale la pena hablar del corazón.

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