domingo, 14 de agosto de 2011

Peras al olmo

Juro que yo no quería esto. Vos sabés que yo soy de decir las cosas de frente, nunca me gustó guardarte secretos. ¿Qué? No me mires así, vos… Bueno, tal vez no lo sabías. Nos conocimos hace casi nada, pero creí que era una persona fácil de leer. Muchos me dicen que soy transparente, que soy casi cristalino. ¿Podés creerlo? No, yo tampoco. En fin, como decía… Esto no es lo que yo quería, no quería que cruzáramos el límite. Sí, tal vez yo tendría que haber sido más claro acerca de lo que quería, lo admito. Igual “querer” es un término bastante fuerte. Digamos que simplemente me dejé llevar por impulsos desde el primer momento… No podés culparme por hacerlo, era muy buena la conexión. ¡Otra vez mirándome así! Basta, no jodas. ¿Sabés cuál es el tema? Que soy inseguro. Sí, ya sé que suena a excusa de adolescente inexperto, pero te juro que es así. Toda mi vida me refugié bajo las sombras. El otro día pensé en eso cuando volvía caminando del centro a mi casa y me acordé de mi costumbre de caminar por la sombra. En mi cabeza pienso que caminando por la sombra la gente no me ve, o no me nota, o deja de interesarse. Pavadas mías, claro está. ¿Pero ves cómo funciono? Y donde veo un nido que se ve cómodo, cálido, agradable… me meto de una. Después pasan estas cosas, ¡pero no porque yo quiera sino porque me veo obligado! ¿O me vas a negar que no me diste razones? Yo sé que te conozco hace muy poco, pero no podés hablarme de otra gente como si esto no fuese nada… simplemente no podés. Digo, tenés que tener un poco de corazón. No digo que seas el Premio Noble de la Paz, pero un poco de empatía, un poco de “ponerse en el lugar del otro”. Sí, eso es lo que te faltaba. Y a esta habitación lo que le hace falta es una chimenea o algo, ¿no te estás cagando de frío? Te veo cara de que sí, de que tenés frío. Me estoy helando, espero que no te joda que me pegue a vos. ¿Ves? Así mantenemos el calor. ¿En qué estaba? Ah, sí. Y nada, mi adolescencia fue muy complicada en cuanto a toda esta temática, era difícil para mí abrirme a los extraños. Eso me hace acordar de una canción muy linda, de hace mucho… Qué loco el tiempo, a uno se le pasan los años pero no avisan. Es como cuando pasa el tren acá por la estación y vos pensás que va a tardar una eternidad. Puras mentiras, porque el tren se termina antes de que empieces a pensar en algo para pasar el rato. Heme aquí, pensando como un adolescente pero en el cuerpo de alguien que quiere entender más, que quiere sentir más. Soy una morsa intentando meterse en un traje de topo, intento abarcar más de lo que puedo. Le quiero pedir peras al olmo, definitivamente. Y así se llega a estas cosas, sin aprender de los errores, sin entender que cuando te dicen claramente que no, es no. Pero vos no fuiste claro, vos me dabas indicios, señales. Sí, les decíamos señales. Nunca supimos de qué eran esas señales, pero creíamos que un día íbamos a saber. Cosas del momento, viste. Yo igual quiero estar bien, y quiero que estés bien. Sí, aunque me mires con esa cara de que no me crees. Te lo digo en serio. Es que si vamos a estar en esta vida para circularla amargándonos, mejor estar en paz con uno mismo, con las decisiones tomadas. Veámoslo desde afuera, somos humanos. Piel, hueso, carne y sangre. Mirá, mis manos son parecidas a las tuyas, se entrelazan perfectamente. Tenés la mano muy fría, ¿no querés un buzo o algo? Porque con esa remerita no hacemos nada. Encima está toda empapada, sos de terror. En fin, ¿y ahora qué? ¿Me voy por la puerta así como si nada? Sí, hago como que ya fue, aunque en realidad no fue porque nunca fue nada. Tenés razón sobre mí, capaz que sí estoy un poco loco. O soy un poco raro, o un poco idealista. Una vez leí el significado de mi nombre y decía que me inclino al idealismo poco práctico. Lo leí cuando tenía como diez años y no lo entendía, pero ahora creo que sé a qué se refiere. No nací para la presidencia de nada, pero en realidad ya no estoy seguro para qué nací o hacia dónde camino. Cuando creo ir en la dirección correcta siempre hay algo en mi cabeza que me dice que lo piense dos veces. ¿Te pasa a vos eso? Capaz que sí, pero no me sirve de nada que estés mirando al techo todo el tiempo. Encima estás empapando la alfombra también, ¿después quién saca la mancha? Seguro me vas a hacer limpiar a mí. Y se está haciendo tarde, me parece. No tengo idea desde qué hora estamos tirados acá, pero yo voy a ir yendo. ¿Vos te quedás acostado ahí? Bueno, igual revisá bien esa mancha, en serio te lo digo. Una vez a mí me sangró la nariz sobre la alfombra de la pieza de mis viejos y todavía quedan rastros. Nada, hablamos después si querés. Supongo que tengo mucho en qué pensar y capaz que vos también. Sin resentimientos, ¿dale? No me mires así, lo digo con sinceridad.