jueves, 15 de julio de 2010

aprender a mirar un poco

voy a empezar de atrás para adelante. el tema general de este post es MIRAR. de la manera que sea. se me ocurrió anoche y se terminó de ocurrir hace un rato, en el subte.

iba parado cerca de la puerta. todos los días me enamoro de alguien distinto en el subte.. él me miró como quien no quiere la cosa y yo sostuve la mirada unos segundos, y la desvié. lo miré a los 5 segundos y me estaba mirando. desvió la mirada al medio segundo. no hace falta decir más, fueron 6 estaciones de ESO. de mirar y no mirar, era como garchar con los ojos. primero eran miradas, después uno le agrega una pequeña mueca con los labios, una sonrisa medio Gioconda. es un ir y venir de miradas que terminan en absolutamente NADA, porque cuando te bajás se siguen mirando, pero vos salís en Diagonal Norte y el sigue para combinar con la línea C. y claro, cómo te va a seguir? qué te va a decir? HOLA, QUIERO QUE NOS SIGAMOS MIRANDO. no.


manu me dijo que vayamos a Km Zero y le dije que sí. no importaba que fuese el escenario de una noche que quedará en el olvido (literalmente). quise ir en taxi, pero me olvidé de tomarlo cuando salí de casa, y cuando me di cuenta estaba caminando por Agüero y mirando. no a la calle, sino a los edificios. por qué no los había visto antes? digo, hice ese camino prácticamente todos los días desde que vivo en Capital. ni siquiera sabía de qué color era el edificio, ni tampoco había notado jamás la forma en que su silueta parece navegar por el cielo mientras el resto se mantiene completamente estático.

y los balcones. mirando a esos balcones aprendí a mirar un poco más. en uno había dos plantas altas que parecían centinelas. hasta tenían una forma medio humanoide. qué cuidarían? en otro una planta parecía desesperada por escapar, y las ramas y hojas atravesaban los barrotes de metal como en una súplica muda.

anoche entendí que los balcones son un poco como las personas.

hay balcones enormes, donde uno quiere echar anclas y permanecer, no alejarse. ser el balcón.

hay otros que son demasiado pequeños, casi sin espacio para moverte. te presionan sin querer y uno no sabe si se siente cómodo o si quiere alejarse de eso para siempre.

hay balcones llenos de basura, de ropa sucia. no son balcones pequeños, pero hay tantas cosas que no dejan espacio a nada más. y uno por ahí tiene que aprender a vivir entre esa basura que estaba antes o no vivir.

hay algunos destruídos. están pero son una versión marchita de la belleza que una vez fueron.


y a veces no hay balcón.

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